El hallazgo “muestra que los humanos tenemos una profunda necesidad de la compañía de los animales”, sostiene la arqueóloga Marta Osypinska.
Ciudad de México, 9 de marzo (RT).- Los animales enterrados en los siglos I y II a las afueras del antiguo puerto de Berenice Troglodytica, en la costa egipcia del mar Rojo, son mascotas que murieron por causas naturales y no fueron sacrificados con fines religiosos, asevera la arqueóloga polaca Marta Osypinska en un comentario publicado este lunes por LiveScience.
El cementerio de animales, descubierto en el 2011, cuenta con 585 esqueletos, de los cuales 536 pertenecen a gatos, 32 a perros y 15 a monos. Asimismo, se han hallado los restos de un zorro y un halcón. Ninguno de ellos fue momificado y, además, algunos fueron colocados en ataúdes improvisados. Por ejemplo, un canino “estaba envuelto en una estera de hojas de palma y alguien había colocado cuidadosamente dos mitades de una vasija grande (ánfora) sobre su cuerpo”, señala Osypinska.
Aunque la mayoría de los animales pudieron ser útiles cazando ratones o cuidando los hogares, algunos eran demasiado débiles como para mantenerlos, atendiendo al menos a una razón práctica. Así, entre los perros había animales desdentados por la vejez y tres de ellos eran de un tamaño menor que el de los gatos. Además, algunos de los gatos usaban collares, “a veces muy preciosos y exclusivos”, indica la investigadora.
The discover of the pet cemetery at the Roman port Berenice was reported in Antiquity in 2016.
The health of the animals and the care of the burials indicates they were valued companions.
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— 🅰ntiquity Journal (@AntiquityJ) March 3, 2021
La identificación como mascotas de los animales enterrados en Berenice socava la idea de que en la antigüedad los animales se utilizaban sólo para ayudar. “Nuestro descubrimiento muestra que los humanos tenemos una profunda necesidad de la compañía de los animales”, resalta Osypinska.
“El puerto de Berenice estaba en el fin del mundo. Era un pedazo del mundo vacío y hostil. Los comerciantes vinieron aquí para traer bienes exclusivos al imperio. Lo que se traducía en un viaje tan largo y difícil para el que tomaban: un perro amado, o un mono traído de la India, o gatos”, opina la investigadora.
Los resultados del análisis de los restos fueron publicados por Osypinska y sus colegas el 26 de enero en la revista World Archaeology.